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Alianza y condena

Don de la ebriedad (1953). Canto de exaltación juvenil irracional que, desde el entusiasmo conceptual sobre la materia y la luz, y basándose en el amor, infunde una alegría, ligereza y claridad al yo, cercanas a la cosmovisión platónica.

Don de la ebriedad, Madrid, Rialp, 1953, 63 p., (Adonáis, 102), Premio Adonáis, 1953.

OTRAS EDICIONES
- Madrid, Torremozas, 1989, 61 p., (El vaso de Berceo, 3).
- Madrid, Rialp, 2000, 61 p., (Adonáis, 102), ed. facsímil.
- Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, Seminario Permanente Claudio Rodríguez, 2009.
- Don de la ebriedad. Conjuros, edición de Luis García Jambrina, Madrid, Castalia, 1998, 193 p., (Clásicos Castalia, 239).


SIEMPRE la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo –esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.