[…] A una persona como Claudio […] le tiene que aburrir muchísimo hablar de su propia poesía (eso que a otros tanto les gusta). Y es que Claudio es lo que es malgré lui, como el emperador romano que lleva su nombre o el médico de Molière.
[…] la poesía de Claudio brota del manantial más limpio del mundo, el de la niñez perdurable, y no de esa otra fuente, la de la adolescencia perdida, en cuya busca inútil y estúpida se pierden hoy tantos poetas.