De las tres condiciones que, a mi entender, debe reunir un poema auténtico —emoción, intensidad, pureza formal— la obra de Claudio Rodríguez reúne las tres de manera muy contundente. De ahí proviene su permanente ejemplo.
[…] Sin embargo, con ser muy patentes en él esas tres condiciones de todo poema auténtico, lo que más me ha sorprendido siempre de su obra es la especialísima dimensión telúrica de la misma, el que el autor y lector reconocen un universo en los elementos más humildes de sus paisajes natales —la fuente inagotable de toda memoria poética—.