[…] En un tiempo marcado por la decepción, la desesperanza y el escepticismo, que llegaron a afectar a la escritura misma del poema, la obra de Claudio Rodríguez delata el valor de no renunciar a la ambición de escribir gran poesía. Y entiéndase aquí la palabra valor en su doble sentido: la poesía de Claudio Rodríguez es a la vez valiente (arriesgadísima) y extraordinariamente valiosa. En unos años miserables, sólo él se atrevió a emprender el vuelo de la celebración, o al menos sólo él coronó con tan deslumbrante eficacia la que en su tiempo (que sigue siendo el nuestro) parecía inalcanzable empresa. (…) Al hablar de su poesía se suele obviar, o se olvida deliberadamente la amarga crítica social que traslucen algunos de sus poemas de madurez, del mismo modo que existe una tendencia a desconocer que su deslumbramiento ante la naturaleza no le impide prestar atención a las aspectos urbanos de la existencia, a lo que sucede en esas calles en las que el poeta “era tan popular entre la gente”.
Todo eso se verá mejor cuando pase algún tiempo. Porque la poesía de Claudio Rodríguez, como el río de su tierra que motivó alguno de sus mejores versos, es resonante y duradera, y le queda mucho tiempo por delante para ser leída, entendida y disfrutada de todas las diversas maneras que permiten esas palabras únicas tan hábil y hermosamente urdidas.
[…] “Aventura”, palabra que da título a su último libro inacabado, bien podría resumir toda su concepción de la poesía. Su obra entera es una gran aventura, la más arriesgada de su tiempo.